Todos, en algún momento, atravesamos una crisis emocional. Puede ser producto de una pérdida, un diagnóstico de salud, una ruptura amorosa, un cambio laboral o incluso acumulación de estrés. Estas experiencias generan un estado de vulnerabilidad donde la persona puede sentirse sola, desbordada o sin recursos para salir adelante.
Claves de los primeros auxilios emocionales
Escucha con empatía y presencia real
Muchas veces lo que la persona necesita no son soluciones, sino alguien que la escuche de verdad. Practicar la escucha activa (mirar a los ojos, no interrumpir, no mirar el celular) transmite seguridad y contención.
Valida sus emociones sin juzgar
En lugar de frases que minimicen (“no llores”, “ya pasará”), opta por validación: “entiendo que esto debe ser muy doloroso”, “estoy aquí contigo”. Validar no significa estar de acuerdo, significa reconocer su experiencia.
Ofrece ayuda práctica
A veces los pequeños gestos son más útiles que las grandes palabras: acompañar a una cita médica, ayudar con tareas domésticas, preparar una comida o simplemente estar presente.
Respeta sus tiempos
Cada crisis tiene un ritmo distinto. Evita frases como “ya deberías superarlo”. Dale espacio para procesar y no lo presiones a actuar antes de estar listo.
Detecta señales de alarma
Si notas que la persona habla de sentirse inútil, desesperanzada, aislada o expresa pensamientos de muerte, es urgente animarla a buscar ayuda profesional. Aquí tu rol puede ser acompañarla a dar ese paso.
Lo que no se debe hacer
- Evitar comparar (“hay gente peor que tú”).
- No imponer consejos ni minimizar la experiencia.
- No ridiculizar ni presionar a que se sientan “fuertes”.
Acompañar a alguien en crisis no es resolver su vida, sino estar presente, validar y tender la mano. Ese primer apoyo puede ser el puente para que la persona busque ayuda profesional y se recupere.
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